TÍTULOS
Muy buenas tardes, noches, días o cualquier momento en el que me lees,
Es jueves y eso significa un nuevo envío de esta pequeña carta on-line. Hoy te cuento algo diferente, con un tono distinto. Sigo en mi búsqueda incansable (aunque a veces agotadora) de encontrar un tono y una manera de expresar todo lo que te quiero contar de la mejor manera posible. Así que no te extrañe si cada jueves encuentras algo totalmente distinto. La estructura de esta pequeña newsletter es la misma, pero cada semana me permito jugar, experimentar. Si alguna te gusta más que otra: ¡dímelo! Así me ayudas mucho 🙂
ESTA SEMANA
Vas andado por la calle y de repente te encuentras una cajita. Una caja ni muy grande ni muy pequeña. De madera. No está ni barnizada, con su sencillez es casi atractiva. Mucha gente pasa apresurada obviándola, dejándola de lado. Sin embargo, tú te detienes, te llama la atención. El siguiente paso sería tomarla y mirarla de cerca, aunque antes asegurándote de que tienes gel hidroalcohólico a mano (sí, sí, mucha metáfora, pero hay que aportar toques pandémicos a nuestras realidades inventadas). Al abrirla te encuentras una idea. Solo una. Está ahí, pequeña. Te la llevas para casa. Al principio no la haces mucho caso, pero algo va cambiando. Resulta que congenia con otras ideas que tienes e incluso va modificando tantas otras. Un día te das cuenta de que esa idea te acaba transformando. Magia.
Existen ideas transformadoras. Empiezan siendo pequeñas, pero que una vez que se van relacionando con las experiencias que ya albergas suponen un cambio de inflexión.
En mi caso, una de las ideas transformadoras la escuché hace mucho tiempo de Neil Gaiman, un autor de fantasía-ficción y decía así: “Comete hermosos errores”.
¿Cómo que hermosos si los errores son de lo más horrendo?
Y ahí esta la idea transformadora.
¿Cuántas cosas no habremos hecho pensando en que fallaremos? ¿Cuántas cosas no dichas? ¿Cuántas experiencias? ¿Cuántas renuncias? ¿Cuántos lastres al aprendizaje? Y todo por evitar los arrepentimientos, la vergüenza al fallo y tantas otras cosas relacionadas con el sentimiento humano de temer el error. Parte de este post es una rebelión al pensamiento paralizante de no hacer por no cometer riesgos y evitar fallos.
En el artículo de esta semana me pregunto cuándo puede llegar un error y qué enfoques he probado (y sigo probando) para tratar de equivocarme y aprender mejor:
UN LIBRO
Sapiens, Un breve historia de la humanidad de Yuval Noah Harari Es un libro de apenas 400 páginas de nada (ejem) en donde el autor ofrece un viaje asombroso, riguroso y bien expresado de nuestra aventura como especie en la tierra. Es ameno, pero riguroso y responde a ciertas cuestiones complejas de un modo tan sofisticado que te encantará. Me parece necesario conocer nuestro pasado, porque no hemos nacido por generación espontánea y parte de nuestras actuales estructuras políticas, sociales, emocionales y psicológicas están atadas a nuestro pasado como humanidad.
CANCIÓN
Por primera vez que en esta newsletter te propongo una canción con letra. ¡Sí! Tendría que llegar el día y llegó. Esta canción me la paso mi amiga Paloma en un momento en la que necesitaba, pero no sabía que existía. Además, muy relacionada con la temática de esta semana.
UNA FRASE DE OTROS
“Sí estás cometiendo errores, eso significa que estás haciendo algo. Y los errores en si mismos pueden ser útiles.”
Neil Gaiman
UNA PREGUNTA PARA TI
Actualmente, ¿qué no estás haciendo por cometer errores? ¿Cuál va a ser tu siguiente paso para cometerlos?
AGRADECIMIENTOS
Te agradezco mucho que hayas llegado hasta aquí. Espero que hayas encontrado algo de utilidad y de interés en estas letras que te envío. Si quieres comentarme algo, no dudes en escribirme. Al igual, si te gustaría que tratara alguna cosa por el blog, solo tienes que contestar al correo y te leo
Compartir
Facebook
Twitter
LinkedIn
Telegrama
Tumblr
WhatsApp
VK
Correo