¡Hola, maja!
Si eres empadronada madrileña como nosotras, las estadísticas dicen que es muy probable que votes a Lady Madrid hoy. No queremos influir en tu voto, pero no me mates, Carromero.
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Sobre quién ha leído Clara esta semana:
A quién no le ha pasado lo de buscar algo en Wikipedia y acabar en otra noticia que nada tenía que ver. Eso me sucedió a mí, que me puse a investigar sobre la nueva cepa india y acabé descubriendo la historia de Velu Nachiyar, una guerrera india de 1780, ahí es nada.
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¿A que tú no tienes un sello con arma de artes marciales? Pues ella sí.
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Nacida en 1730, Nachiyar era la única hija del rey Chellamuthu Vijayaragunatha Sethupathy I y la reina Sakandhimuthathal. Con esos nombres, que la llamaran Rani Velu es un milagro, la verdad. Por cierto, puedes escuchar la pronunciación de sus nombres aquí. A Nachiyar la criaron como si hubieran tenido un hijo varón: se entrenó en tiro con arco, artes marciales como silambam (flipas con este deporte) o valari (una especie de bumerán asesino) y equitación. Al estilo de otra de nuestras Majas favoritas, la emperatriz Sissi, Nachiyar aprendió varios idiomas, entre ellos el francés, inglés, tamil o urdu.
Se casó muy joven, siendo ella princesa, con otro príncipe (a ver si te crees que se iba a juntar con un plebeyo) que acabó reinando Sivangangi, un antiguo reino indio. Sivangangi fue invadida por las tropas británicas y en una de las guerras asociadas a la invasión, el marido de Nachiyar fue asesinado junto a miles de niños, niñas y civiles en uno de los episodios más sangrientos del imperialismo británico. Nuestra Maja pudo huir con su hija y se ocultó durante ocho años en otra localidad (de nombre también impronunciable), donde el sultán y el gobierno obviamente quedaron fascinados con su valor y decidieron protegerla a pesar de que ayudar a las mujeres en sus cruzadas no era lo típico de la época.
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Que tampoco es que te vayas a negar a proteger a alguien que te viene así, pero es que encima Nachiyar fue súper agradecida con su pueblo de acogida, donde le colocaron una estatua.
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En ocho años oculta tú seguro que te pasarías el catálogo de Netflix, pero ella decidió montarse un ejército formado por un alto porcentaje de mujeres, con el único objetivo de recuperar su reino de las sucias manos inglesas. Cogió a 10.000 soldados, les puso a entrenar en artes marciales (por supuesto que me lo imagino así) y ala, a por los británicos. Durante esos ocho años trazó un plan minucioso que culminó cuando Kuyili, comandante jefa, se inmoló envuelta en explosivos en la edificación donde los británicos acumulaban toda su munición.
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A Kuyili le llamaban «Veerthalapathy» (la comandante valiente), y es considerada la primera mujer-bomba en contexto bélico. Y he elegido esta imagen para que veas el miedo que da.
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Of course que Nachiyar y su ejército vencieron, porque si no hubiera sido así yo no la habría conocido, y lograron recuperar la propiedad del reino de Sivangangi. Allí reinó durante una década, y como buena monárquica, trasladó después el trono a su hija. Y todo esto ocurrió muchos años antes de la Primera Guerra de Independencia India.
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Nunca había escuchado hip-hop indio, pero aquí puedes oír una canción dedicada a Velu Nachiyar, “Our Queen”. |
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Y esta es la historia de cómo una joven mujer fue la primera reina india que venciera a los colonialistas británicos y luchara por su pueblo oprimido. Fascismo o democracia, querida, elige bien hoy, que es 4M.
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Sobre quién ha leído Lucía esta semana:
¡Feliz fiesta de la democracia! Ya sé que Madrid no es el centro del universo y muchas no vais a votar hoy, pero como ‘vivir a la madrileña’ se ha exportado también a otros lugares, os felicito igualmente.
Hoy quería hablarte de un tema fascinante, algo que me viene obsesionando desde hace semanas, pero es que mientras investigaba he encontrado estas fotos de gatitos y necesitaba compartirlas:
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A mí me parecen monísimos, pero fueron creados como propaganda antisufragista en Estados Unidos. Representar a las mujeres como gatitos era una forma de minusvalorar sus reivindicaciones: las mujeres, como sus mascotas, debían permanecer en el hogar, no acudir a las urnas. Además, que los gatos no entienden nada de política. No como el perro Lucas.
La asociación gato-sufragista enlaza directamente con la imagen de la ‘loca de los gatos’, aka la solterona, que, según algunas autoras, tiene su origen en la época de la caza de brujas. Ambos, brujas y gatos, fueron demonizados y perseguidos durante varios siglos en Europa. En 1484, el Papa Inocencio VIII excomulgó a los gatos (¿?) y decretó que debían ser quemados junto a las brujas. Además, Agnes Waterhouse, la primera mujer ejecutada por brujería en Inglaterra en 1566, tenía un gato llamado Satán (al que después convirtió en sapo). Todo esto, claro, según los documentos y sentencias de la época.
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Esto último es muy importante. Quién nos cuenta la Historia. Lo explica Irene Solà, los textos que documentan los procesos judiciales por brujería en Catalunya “fueron escritos a mano por los mismos señores que cogieron a estas mujeres, las torturaron y luego las asesinaron”. Y claro, así cualquiera. ¿Cómo nos imaginamos a una bruja piruja? Pues como las describieron las autoridades de la época: básicamente así. |
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«Todas las historias son mentira. Óyeme. Todas las historias que cuentan. Las que dicen que somos malas. Mentira. Las que dicen que somos buenas y bonitas como la plata y que todos los hombres se encaprichan tanto que se tirarían a las lagunas. Mentira. Las que dicen que somos un misterio misterioso, mentira.» |
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Esto es un fragmento de ‘Canto yo y la montaña baila’, de Irene Solà, el libro más bonito que he leído este año.
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Si te digo la verdad, yo siempre me las he imaginado como a las del libro de Roald Dahl: calvas y con guantes hasta en verano. Es la descripción ‘brujil’ que más me ha marcado, con permiso de Kika Superbruja y Embrujadas.
Pero las brujas de verdad, o mejor dicho, las mujeres acusadas de brujería, no vivían en casas de dos pisos en San Francisco. En realidad «eran viudas, curanderas, mujeres independientes, mujeres migradas, comadronas, mujeres pobres, marginadas… mujeres que no cumplían con su rol normativo de género y que sirvieron de chivo expiatorio para justificar desastres naturales, epidemias, enfermedades y toda clase de desgracias». Así las describe la campaña ‘No eran brujas, eran mujeres’ impulsada por la revista Sàpiens. Su objetivo es dignificar la memoria de estas mujeres reprimidas y asesinadas entre los siglos XV y XVII en Cataluña (e incluye un mapa de las cacerías de brujas en la zona).
Se une así a otras iniciativas que buscan recuperar la memoria histórica de las brujas en toda Europa y denunciar lo que según Silvia Federici fue «una guerra contra las mujeres«, más de dos siglos de ejecuciones y torturas que contribuyeron a instaurar el capitalismo moderno. Si quieres saber más sobre este tema te recomiendo su libro, ‘Calibán y la bruja’. Yo mientras voy a ver si me aprendo algún hechizo y consigo multiplicar los votos en las urnas o convertir a una que yo me sé en sapo. Ya te contaré.
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Lettermind, Wingardium leviosa (¡no leviosá!) de miscelánea:
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Yo: Tengo que dejar de comer tantas mierdas. También yo: ¿Patatas onduladas sabor Ñu bebiendo del río? Al carro!
Concejala D Festejos – (@Concejajala)
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Bueno, Lettermind, hasta aquí el Majas de hoy. Si crees que a alguien le puede gustar esta newsletter, no te cortes y reenvíasela. Ya sabes que nosotras, a diferencia de Bea Fanjul, somos muy de lo bueno por conocer. |
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